Érase una vez un reino en el que los niños jugaban, y por jugar eran niños. Un reino en el que los adultos eran adultos porque habían sido niños.
Érase una vez un reino en el que a los adultos les molestaban los juegos, y por tanto los niños. Un reino en el que los niños no eran niños porque no jugaban y los adultos no eran adultos porque no habían sido niños.
Santiago Alba Rico en su recién editado libro “Leer con niños” se pregunta; ¿Para qué sirven los libros? ¿Hacen los libros mejores personas? Él no lo sabe y yo tampoco. Pero dice Santiago que de nada servirán los libros a nuestros niños si éstos “no han dado una patada a un balón, no han jugado, cocinado, nadado y razonado con sus padres y contra ellos, no se han medido a la contradicción de un hermano o de una valla y no han temido a un gigante, admirado a un amigo y respetado a un anciano”
Santiago Alba Rico en su recién editado libro “Leer con niños” se pregunta; ¿Para qué sirven los libros? ¿Hacen los libros mejores personas? Él no lo sabe y yo tampoco. Pero dice Santiago que de nada servirán los libros a nuestros niños si éstos “no han dado una patada a un balón, no han jugado, cocinado, nadado y razonado con sus padres y contra ellos, no se han medido a la contradicción de un hermano o de una valla y no han temido a un gigante, admirado a un amigo y respetado a un anciano”
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Me encantará que dejes un comentario